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© Fernando Ortuño / Flickr / CC
En la Semana Santa los cristianos celebran el misterio central de su fe: Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, muere en la cruz y resucita al tercer día. Todos los ritos de los días jueves, viernes, sábado y domingo hacen memoria de estos últimos días de Jesús entre nosotros.
Detengámonos a ver qué es lo que se celebra cada día en esta semana tan especial para los católicos y que es el centro mismo del año litúrgico. Comienza con el Domingo de Ramos, pero hoy nosotros nos detendremos en lo que se denomina Triduo Pascual.
Jueves Santo
El Jueves Santo, por la tarde, se conmemora la Última Cena del Señor Jesús. En ella Cristo adelantó la entrega de su cuerpo y de su sangre a través del pan y del vino. Así instituye la Sagrada Eucaristía y el orden sacerdotal al mandar a los apóstoles que “hagan esto en conmemoración mía”.
En la misma cena, unos momentos antes, recordó el mandamiento del amor en el servicio a través del lavatorio de los pies de sus discípulos, como podemos leer en el capítulo 13 del Evangelio de San Juan.
En la misma cena, unos momentos antes, recordó el mandamiento del amor en el servicio a través del lavatorio de los pies de sus discípulos, como podemos leer en el capítulo 13 del Evangelio de San Juan.
En la misa que se celebra en este día el sacerdote lava los pies de 12 hombres, rememorando el gesto de Jesús. Al final de la misma se adora el Santísimo Sacramento del altar, en un monumento especialmente construido en cada templo para ese momento.
Viernes Santo
En el Viernes Santo se recuerda la muerte del Señor en la cruz. Jesús, a las tres de la tarde, inclinando la cabeza frente al Padre, entrega su Espíritu, consumando así la redención del género humano.
En ese momento comenzaba en el templo de Jerusalén el sacrificio del cordero pascual, que ya no es necesario volver a ofrecer. Antes del atardecer, Jesús es retirado de la cruz y sepultado en un sepulcro nuevo junto al Calvario. La puerta es sellada con una roca y soldados romanos custodiaban la entrada.
En ese momento comenzaba en el templo de Jerusalén el sacrificio del cordero pascual, que ya no es necesario volver a ofrecer. Antes del atardecer, Jesús es retirado de la cruz y sepultado en un sepulcro nuevo junto al Calvario. La puerta es sellada con una roca y soldados romanos custodiaban la entrada.
En este día no se oficia la misa. En su lugar se hace una Celebración de la pasión del Señor. En primer lugar se lee en el Evangelio de San Juan todo el relato de la muerte de Jesús. Luego se rezan 10 oraciones por todo el mundo. Sigue un gesto de adoración de la santa cruz, para culminar con la distribución de la Sagrada Comunión (consagrada el día anterior).
Es costumbre en nuestras tierras celebrar un Via Crucis por las calles de la ciudad.
Sábado Santo
Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su Pasión y su muerte. Se abstiene de celebrar el sacrificio de la misa, manteniendo desnuda la sagrada mesa hasta que, después de la solemne Vigilia o espera nocturna de la Resurrección, tenga lugar a la alegría pascual. Este es el segundo de los tres días que estuvo muerto el Señor.
Domingo de Pascua
Cuando al clarear del primer día de la semana (nuestro domingo) algunas mujeres se dirigen al sepulcro para concluir los ritos funerarios que no pudieron hacer el viernes, se encuentran con que la piedra de la entrada está fuera de lugar y el recinto vacío. ¡Jesús ha resucitado! Se aparece, vivo, a María Magdalena y a sus apóstoles según nos narran los Evangelios, el libro de los Hechos de los Apóstoles y las Cartas de San Pablo. La resurrección inaugura los tiempos nuevos que ya pregustamos en esta tierra.
Por este motivo la Iglesia celebra el domingo la Pascua de Resurrección del Señor. Asimismo, durante la noche anterior, hay una Vigilia Pascual.
Según una antiquísima tradición, esta noche pertenece al Señor (Ex 12,42), de tal modo que, teniendo presente la recomendación del Evangelio (Lc 12,35), los fieles, con las lámparas encendidas en sus manos, se asemejan a los hombres que esperan el retorno del Señor, para que, cuando él llegue los encuentre velando y los invite a sentarse a su mesa.
Según una antiquísima tradición, esta noche pertenece al Señor (Ex 12,42), de tal modo que, teniendo presente la recomendación del Evangelio (Lc 12,35), los fieles, con las lámparas encendidas en sus manos, se asemejan a los hombres que esperan el retorno del Señor, para que, cuando él llegue los encuentre velando y los invite a sentarse a su mesa.
Esta misa es la más importante para los cristianos. Comienza fuera del templo donde se bendice el fuego, y con un cirio encendido, símbolo de Jesucristo resucitado, se entra al recinto sagrado que está oscuro. Allí, y de ese cirio, todos los fieles encienden sus velas y, a la vez, se prenden todas las luces de la iglesia para dar lugar al Anuncio Pascual de la Resurrección.
Luego se leen de la Palabra de Dios: nueve lecturas de la Biblia (siete del Antiguo Testamento y dos del Nuevo). Después de la séptima se canta el Gloria y se hacen repicar todas las campanas del templo.
A continuación se bendice el agua y se hace la ceremonia en la cual los fieles renuevan sus promesas bautismales. Todo concluye con la liturgia de la eucaristía en la cual, luego de presentados el pan y el vino, el sacerdote, actuando en nombre de Cristo, los consagra para darlo en comunión a los fieles.
Luego se leen de la Palabra de Dios: nueve lecturas de la Biblia (siete del Antiguo Testamento y dos del Nuevo). Después de la séptima se canta el Gloria y se hacen repicar todas las campanas del templo.
A continuación se bendice el agua y se hace la ceremonia en la cual los fieles renuevan sus promesas bautismales. Todo concluye con la liturgia de la eucaristía en la cual, luego de presentados el pan y el vino, el sacerdote, actuando en nombre de Cristo, los consagra para darlo en comunión a los fieles.
sources: Padre Fabián
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