jueves, 21 de febrero de 2013
Carta Pastoral 2013 de los Obispos Vascos para la Cuaresma 2013
Carta pastoral Cuaresma-Pascua 2013 de los obispos de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria
Publicado el 13.02.2013
“¿No ardía nuestro corazón?” (Lc 24,32). La alegría de caminar con Jesucristo
Presentamos esta Carta con vistas a un diálogo pastoral y con el deseo de que se profundice personal y comunitariamente en ella. Por ello, tras cada apartado ofrecemos un espacio complementario con citas del Nuevo Testamento, una cita conciliar y cuestiones para la reflexión y el diálogo.
martes, 19 de febrero de 2013
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miércoles, 13 de febrero de 2013
Resumen del mensaje de Cuaresma de Benedicto XVI
Cuaresma 2013 en el Año de la Fe – “Creer en la caridad suscita caridad”
Por Mons. Ramón del Hoyo el 12 de febrero de 2013
1. El Santo Padre, Benedicto XVI, de nuevo nos regala y pone en nuestras manos un precioso Mensaje para la Cuaresma de 2013. En la misma línea de la Carta Apostólica Porta fidei, el Papa nos invita a meditar y profundizar en la relación que existe entre fe y caridad, entre creer en Dios, en el Dios de Jesucristo, y la caridad como entrega y servicio a Dios en los hermanos.
Su lectura reposada supondrá una gran ayuda personal a favor de “una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo”, como nos dice el Santo Padre en su Carta Apostólica para el Año de la Fe, que luego ha de traducirse, nos dice también, en respuestas concretas a favor de la caridad:
“La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin la fe sería un sentimiento constantemente a mercede de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino”(n.14).
2. El Mensaje cuaresmal del Papa que pongo en vuestras manos, para que llegue de una u otra forma a todos los fieles diocesanos, encierra una respuesta directa y clara a la propuesta anterior sobre la vivencia de la fe y la caridad en el cristiano.
Se desarrolla en cuatro apartados escalonados, cuatro meditaciones, que nos conducen a través de sus palabras a su Carta Encíclica Deus caritas est a las íntimas relaciones existentes entre fe y caridad. Convendría que, con esta ocasión, tuviéramos cerca y volviéramos a leer este Documento del año 2005, primera Encíclica del Pontificado de Benedicto XVI.
Las palabras del Apóstol San Juan (cf. 1Jn 1, 16) son como el pórtico que marca el camino de la próxima Cuaresma: Conocer el amor que Dios nos tiene a cada uno para, como pueblo suyo, creer en Él y corresponder a ese amor mostrándoselo a los demás.
3. Buena ocasión este tiempo de gracia, que nos conduce a los días santos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, para responder de forma concreta, bien individualmente o como grupo y comunidad, a las propuestas que nos hizo la Congregación para la Doctrina de la Fe en el ámbito parroquial, en comunidades, asociaciones y movimientos:
Destacaría entre ellos:
- Volver al Concilio Vaticano II en temas específicos.
- Difusión y distribución del Catecismo de la Iglesia.
- Celebración de la fe en la liturgia.
- Misiones populares y otras iniciativas parroquiales para ayudar a los fieles a redescubrir el don de la fe bautismal y la responsabilidad de su testimonio.
- Celebraciones penitenciales durante este tiempo.
- Eventos catequísticos para niños, adolescentes y jóvenes, y para quienes buscan encontrar el sentido de la vida.
- Peregrinaciones al Santuario o Iglesia más próximos para obtener la Indulgencia plenaria en este Año de la Fe.
- Convertirnos en signos vivos de la presencia de Cristo resucitado y sentirnos enviados a predicar su Evangelio.
- Gestos de ayuda a nuestras Cáritas y colaboración son su voluntariado.
4. Sabemos que los frutos de este Año de la Fe dependerán de las gracias del Señor y de nuestra respuesta a las mismas. La Cuaresma y la Pascua es tiempo especial de gracia, de conversión, de cercanía a Dios.
Como les decía en mi carta a las Cofradías y Hermandades y ahora repito para todos los fieles diocesanos:“No dejemos pasar inútilmente este tiempo de gracia. Escuchemos a Cristo en la mesa de la Palabra, del Perdón y de la Eucaristía, socorramos al hermano que sufre y, junto a la pila bautismal, recitemos el símbolo de nuestra fe: el Credo”.
Proclamemos con hechos y alegría la fe que nos salva. Que después de intimar con Cristo “estar con Él”, nos sintamos también “enviados en Su Nombre” para vivir y predicar su Evangelio por todos los rincones y caminos de estas queridas tierras del Santo Reino.
Mi saludo en el Señor.
+ Ramón del Hoyo López
Obispo de Jaén
http://www.agenciasic.es/2013/02/12/cuaresma-2013-en-el-ano-de-la-fe-creer-en-la-caridad-suscita-caridad/martes, 12 de febrero de 2013
Miércoles de ceniza ( www.sanpablo.es)
El inicio de la Cuaresma. Un acto de reconciliación. Significado y mensaje.
La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.
La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.
Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:
“Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”
“Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"
“Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.
Origen de la costumbre
Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.
En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.
En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.
Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.
También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.
La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo.Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.
Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.
Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma
La palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino también leche, huevo, etc.)
Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la cuaresma.
Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los actos de los cuales se "arrepentirían" durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en Río de Janeiro o Nuevo Orleans.
El ayuno y la abstinencia
El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.
La oración
La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.
Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:
La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.
La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.
La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar.
El sacrificio
Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará. “ (Mt 6,6)”
Conclusión
Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección.
Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar como es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.
En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.
Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.
El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como decimos en el Yo Pecador: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.
La confesión de nuestros pecados.- el arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.
La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.
Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el seguimiento a Jesús.
Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás.
Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.
Sugerencias para vivir la fiesta
Asistir a la iglesia a ponerse ceniza con la actitud de conversión que debemos tener.
Leer la parábola del hijo pródigo, San Lucas 15, 11-32 o el texto evangélico de San Mateo 6, 1-8.
Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI, Iphone ibook y en pdb, para la cuaresma 2013
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Miércoles de Ceniza es día de Ayuno y Abstinencia.
Abstinencia es no comer carne.
El ayuno cada uno debe de saber como lo tiene que hacer.
Todos los viernes de Cuaresma son Abstiencia de Carne, el Vienes Santo se hace Ayuno y Abstiencia.
Miércoles de Ceniza es día de Ayuno y Abstinencia.
Abstinencia es no comer carne.
El ayuno cada uno debe de saber como lo tiene que hacer.
Todos los viernes de Cuaresma son Abstiencia de Carne, el Vienes Santo se hace Ayuno y Abstiencia.
Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI; para la cuaresma 2013
Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI; para la cuaresma 2013
es muy inmportante entrar en la cuaresma con las refexiones del Papa.
1. La fe como respuesta al amor de Dios
En mi primera Encíclica expuse ya algunos elementos para comprender el estrecho vínculo entre estas dos virtudes teologales, la fe y la caridad. Partiendo de la afirmación fundamental del apóstol Juan: «Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16), recordaba que «no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva... Y puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4,10), ahora el amor ya no es sólo un “mandamiento”, sino la respuesta al don del amor, con el cual Dios viene a nuestro encuentro» (Deus caritas est, 1). La fe constituye la adhesión personal ―que incluye todas nuestras facultades― a la revelación del amor gratuito y «apasionado» que Dios tiene por nosotros y que se manifiesta plenamente en Jesucristo. El encuentro con Dios Amor no sólo comprende el corazón, sino también el entendimiento: «El reconocimiento del Dios vivo es una vía hacia el amor, y el sí de nuestra voluntad a la suya abarca entendimiento, voluntad y sentimiento en el acto único del amor. Sin embargo, éste es un proceso que siempre está en camino: el amor nunca se da por “concluido” y completado» (ibídem, 17). De aquí deriva para todos los cristianos y, en particular, para los «agentes de la caridad», la necesidad de la fe, del «encuentro con Dios en Cristo que suscite en ellos el amor y abra su espíritu al otro, de modo que, para ellos, el amor al prójimo ya no sea un mandamiento por así decir impuesto desde fuera, sino una consecuencia que se desprende de su fe, la cual actúa por la caridad» (ib., 31a). El cristiano es una persona conquistada por el amor de Cristo y movido por este amor ―«caritas Christi urget nos» (2 Co 5,14)―, está abierto de modo profundo y concreto al amor al prójimo (cf. ib., 33). Esta actitud nace ante todo de la conciencia de que el Señor nos ama, nos perdona, incluso nos sirve, se inclina a lavar los pies de los apóstoles y se entrega a sí mismo en la cruz para atraer a la humanidad al amor de Dios.
«La fe nos muestra a Dios que nos ha dado a su Hijo y así suscita en nosotros la firme certeza de que realmente es verdad que Dios es amor... La fe, que hace tomar conciencia del amor de Dios revelado en el corazón traspasado de Jesús en la cruz, suscita a su vez el amor. El amor es una luz ―en el fondo la única― que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar» (ib., 39). Todo esto nos lleva a comprender que la principal actitud característica de los cristianos es precisamente «el amor fundado en la fe y plasmado por ella» (ib., 7).
lunes, 11 de febrero de 2013
Benedicto XVI renuncia, Hay que rezar con intensidad por el Papa saliente y por el Pontifice que nos vendrá
Palabras de Benedicto XVI anunciando su renuncia a su ministerio
Queridísimos hermanos,
Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.
Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.
Vaticano, 10 de febrero 2013
BENEDICTUS PP. XVI
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miércoles, 6 de febrero de 2013
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