Añado aquí el artículo que publica el Diario Correo, Escribe Joseba Rodriguez , de la Hermandad de Begoña.
Vale la pena recordar estas palabras del obispo Setién ante la imagen de la Virgen del Coro, patrona de San Sebastián: «Revive en mí las experiencias de tantos años vividas con vosotros, expresión de nuestro común amor a la Virgen del Coro, nuestra Amatxo del Cielo, y de nuestro interés compartido con todos vosotros en el empeño por hacer de Donostia una ciudad hermosa, atractiva, abierta a todos y en paz, inquieta por la realización de un futuro enraizado en los valores de su historia y de su cultura, a los que no quiere renunciar, pero valiente ante los retos con los que en el futuro se ha de enfrentar».
Quizá alguno pueda pensar que el Celedón, o la Ballena o la Marijaia puedan restar el protagonismo que merecen nuestras devociones marianas, ya centenarias, pero esto sería un craso error a la vista del fervor que muestra nuestro pueblo, hombres y mujeres, grandes y niños, al arremolinarse por miles durante el Rosario de los Faroles o en el Rosario de la Aurora en Vitoria-Gasteiz, o en la Salve de San Sebastián, o en las casi 36 horas que permanece abierta la Basílica de Begoña para intentar acoger a los miles de devotos que se acercan hoy a visitar a nuestra Amatxo.
Verdaderamente, vivimos un tiempo en que los vascos podemos descubrir lo que nos une sobre lo que nos separa. Precisamente por esto, la Amatxo ha vertebrado nuestra oración desde hace siglos, y vaya, que lo va a seguir haciendo. En ella encontrarán siempre refugio los que sufren, los enfermos, los que han caído en las listas del paro, los que sufren prisión, las mujeres y hombres maltratados por sus parejas o que sufren acoso laboral, los que se han quedado solos... Nuestra madre querida del Cielo es su refugio y el nuestro. Por eso, por encima de la alegría de unas fiestas que todos merecemos, hemos de encontrar ese momento de recogimiento y de paz para decir a nuestra 'Ama Maite María' que aquí volvemos a estar un año más para homenajearle en esta fiesta de La Asunción. Vela por nosotros, por nuestros jóvenes, nuestros niños y nuestras niñas, para que este próximo año alejemos al menos un poco las discordias y nos sentemos alrededor de tu mesa a escuchar tu conversación con tu hijo, nuestro Señor Jesucristo. Que así sea.